El diseño mismo de TikTok, con su flujo infinito de videos cortos y altamente estimulantes, tiene un impacto significativo en la cognición. La naturaleza rápida y fragmentada del contenido puede entrenar al cerebro para esperar y preferir estímulos constantes y de corta duración, lo que potencialmente reduce la capacidad de mantener la atención en tareas que requieren concentración sostenida, como leer un libro o ver una película.
En cuanto al bienestar mental, la plataforma presenta una paradoja. Por un lado, puede ser una fuente de apoyo comunitario, donde las personas encuentran consuelo y validación al compartir experiencias sobre salud mental. Por otro lado, la comparación social constante con vidas aparentemente perfectas o cuerpos ideales puede exacerbar la ansiedad, la depresión y los trastornos alimenticios, especialmente entre los adolescentes. El algoritmo puede crear inadvertidamente «cámaras de eco» de contenido negativo que refuercen pensamientos dañinos.
La «adicción» a TikTok es una preocupación real para muchos usuarios, que reportan dificultad para dejar de usar la aplicación a pesar de tener la intención de hacerlo. Las funciones como el modo sin fin y las notificaciones push están diseñadas para maximizar el tiempo en pantalla. Establecer límites de tiempo, desactivar notificaciones y realizar «detox» digitales periódicos son estrategias que los usuarios comparten para mantener una relación más saludable con la plataforma.