La seguridad vehicular enfrenta desafíos únicos. Un sistema de alarma para auto o para moto debe ser autónomo, ya que no puede depender de la corriente eléctrica de una casa. Su funcionamiento se basa en sensores específicos y, a menudo, en tecnología de geolocalización.
Para los coches, las alarmas más avanzadas incorporan un rastreador GPS. Esto permite crear una «geocerca» virtual. Si el vehículo sale de esta zona predefinida sin la autorización del propietario, este recibe una alerta inmediata en su teléfono. La ubicación del vehículo se puede seguir en tiempo real, lo que aumenta exponencialmente las posibilidades de recuperarlo.
En el caso de las alarmas para moto, la prioridad es la sensibilidad inmediata. Estos sistemas suelen tener sensores de vibración e inclinación. Si alguien mueve la moto o intenta cargarla en una furgoneta, la alarma detecta la vibración anómala y activa una sirena estridente. Simultáneamente, envía una alerta al llavero o al teléfono del propietario, que probablemente esté cerca. Muchos de estos sistemas operan con una suscripción baja para el servicio de datos del GPS.