La seguridad no es una compra única, sino un proceso continuo. El mantenimiento regular es lo que separa a un sistema confiable de uno que falla cuando más se necesita. Para los sistemas de alarma inalámbricos, la tarea principal es la gestión de las baterías.
La mayoría de los sensores modernos alertan a la centralita cuando su batería está baja, y esta envía una notificación al usuario. Sin embargo, usuarios experimentados en foros recomiendan no esperar a estas alertas. Establecer un recordario anual o semestral para revisar y reemplazar todas las pilas de forma preventiva evita puntos ciegos en la seguridad. La limpieza periódica de los sensores con un paño seco para eliminar polvo y telarañas que podrían interferir con su funcionamiento es otra práctica sencilla pero crucial.
Las actualizaciones de software son igual de importantes. Los fabricantes lanzan parches periódicos para mejorar la funcionalidad y, lo que es más crítico, parchear vulnerabilidades de seguridad. Un sistema que no se actualiza puede volverse susceptible a hackeos. La mayoría de los sistemas modernos se actualizan automáticamente a través de la conexión a Internet, pero es bueno verificar en la aplicación de vez en cuando que el firmware está al día.