La seguridad de un negocio requiere un enfoque estratificado que combine tecnología, procedimientos y personas. Un plan integral comienza con una evaluación de riesgos profesional que identifique los activos críticos y las vulnerabilidades específicas de la empresa. Esta evaluación es la base sobre la que se construye todo el sistema.
La tecnología forma el núcleo del plan. Esto incluye un sistema de alarma perimetral y interior con monitorización 24/7, un circuito cerrado de televisión (CCTV) con cámaras en puntos estratégicos (entradas, salidas, áreas de caja, almacenes), y control de accesos mediante tarjetas o huellas dactilares. La vigilancia debe ser tanto disuasoria, con dispositivos visibles, como encubierta, para áreas de alto riesgo. La integración de todos estos sistemas en una única plataforma permite una gestión centralizada y una respuesta más rápida.
Pero la tecnología es inútil sin procedimientos claros y personal capacitado. El plan debe definir protocolos de respuesta a alarmas, horarios de activación/desactivación, y un manual de uso para los empleados. La formación periódica del personal en estos protocolos es vital. Finalmente, la relación con la policía local y una empresa de vigilancia física de respaldo completan un plan de seguridad empresarial verdaderamente robusto y resiliente.