La resistencia ante intentos de sabotaje es crucial para cualquier sistema de alarma profesional. Los métodos más comunes incluyen el «jamming» o bloqueo de señales inalámbricas, el corte de cables y la manipulación física de los dispositivos. Los sistemas de alta seguridad incorporan detectores de interferencia que alertan inmediatamente cuando se intenta bloquear la comunicación entre sensores y la central.
La protección física incluye carcasas antivandálicas para cámaras y sensores, instalación de componentes en lugares de difícil acceso y uso de tornillos de seguridad. Para la vigilancia crítica, se implementan alimentaciones eléctricas redundantes y conexiones de respaldo por radiofrecuencia o celular. Los sensores anti-remoción alertan si alguien intenta desprenderlos de su ubicación, mientras que las cámaras con backup de video local aseguran que no se pierdan las grabaciones incluso si se corta la conexión a internet.