Esta es una de las disyuntivas técnicas más comunes. La elección entre alarmas inalámbricas vs alarmas cableadas depende fundamentalmente del tipo de propiedad, la estética deseada y la tolerancia al mantenimiento.
Los sistemas inalámbricos son los reyes de la flexibilidad. Su instalación es simple, sin necesidad de hacer agujeros o pasar cables por las paredes. Los sensores se comunican con el panel central por radiofrecuencia. Esto los hace perfectos para viviendas de alquiler o para anyone que quiera poder reubicar los sensores fácilmente. Su punto débil son las baterías, que hay que reemplazar periódicamente, y la teórica vulnerabilidad a interferencias de radio (aunque los modelos modernos están bien protegidos).
Los sistemas cableados son la opción de máxima fiabilidad. Una vez instalados, no hay que preocuparse por pilas ni por la potencia de la señal. Son extremadamente estables y se consideran una solución «para siempre». La gran desventaja es la instalación, que es compleja, invasiva y generalmente requiere de un profesional. Son ideales para obras nuevas o reformas integrales, donde se pueden embutir los cables en la pared, o para negocios que requieren una seguridad a prueba de fallos.