La efectividad de un sistema de vigilancia no debe terminar cuando se oculta el sol. La seguridad más confiable es aquella que opera las 24 horas, y aquí es donde la visión nocturna de las cámaras se vuelve fundamental. La tecnología más común utiliza iluminadores infrarrojos (IR), LEDs que emiten luz invisible para el ojo humano pero que las cámaras pueden captar, creando una imagen en blanco y negro.
La calidad de esta visión nocturna varía significativamente. Un factor clave es el alcance, que puede ir desde unos pocos metros en modelos básicos hasta más de 30 metros en cámaras profesionales. Otro aspecto es la resolución; una cámara con buena definición en condiciones diurnas puede producir una imagen granulada y poco útil de noche si su sensor no está optimizado para baja luz. Para una seguridad perimetral robusta, es esencial verificar las especificaciones de rendimiento nocturno.
Tecnologías más avanzadas, como la termografía, ofrecen un nivel superior de vigilancia nocturna. Estas cámaras detectan el calor corporal en lugar de la luz, por lo que pueden «ver» a través de la niebla, el humo o el follaje ligero. Aunque su costo es mayor, son la opción definitiva para proteger grandes propiedades o áreas industriales donde la seguridad absoluta durante la noche es no negociable.