La tasa actual de extinción es 100 a 1,000 veces mayor que la tasa natural, comparable a las cinco extinciones masivas previas. La diferencia crucial: esta vez la causa somos nosotros. La pérdida y fragmentación de hábitat por expansión agrícola y urbana es el principal motor, seguido de la sobreexplotación directa mediante caza y pesca insostenibles.
El cambio climático altera ecosistemas más rápido de lo que las especies pueden adaptarse, mientras las especies invasoras desplazan a nativas. La contaminación química, acústica y lumínica completa este cóctel letal. A diferencia de extinciones pasadas por asteroides o vulcanismo, tenemos el conocimiento y herramientas para detenerla – solo falta voluntad política y acción colectiva.