La transición de las celebridades tradicionales (actores, músicos, deportistas) a TikTok ha sido un experimento fascinante. Las que han tenido éxito son aquellas que han entendido que la plataforma valora la autenticidad sobre el pulido glamour de Instagram. En lugar de publicar fragmentos de sus trabajos profesionales, comparten momentos «entre bastidores», bromas tontas y se muestran vulnerables, actuando más como «una persona normal» que como una estrella inalcanzable.
Muchas utilizan el humor autorreferencial, riéndose de su propia fama o de los estereotipos de la industria. Esto les permite conectar con una audiencia más joven que valora la humildad y la capacidad de no tomarse a uno mismo demasiado en serio. Colaborar con creadores establecidos de TikTok es otra estrategia común y efectiva, ya que les presta credibilidad dentro de la cultura de la plataforma.
Sin embargo, el riesgo para ellas es parecer «fuera de lugar» o intentar demasiado hard ser «cool». Los usuarios de TikTok tienen un radar muy sensible para detectar la falta de autenticidad. Una celebridad que simplemente traslada su contenido de otras redes sin adaptarlo al lenguaje único de TikTok, a menudo fracasa en generar engagement. La plataforma exige un nivel de espontaneidad y familiaridad que no todas las estrellas tradicionales están dispuestas o son capaces de ofrecer.