TikTok se ha convertido en una herramienta poderosa para la movilización y la educación activista. Su formato accesible permite a organizaciones y activistas individuales explicar causas complejas—desde la justicia climática hasta los derechos humanos—en un lenguaje sencillo y atractivo. Un video de 60 segundos puede desglosar una legislación opaca o mostrar la cruda realidad de una crisis mejor que un comunicado de prensa tradicional.
La plataforma facilita la acción colectiva inmediata. Las peticiones se viralizan, las campañas de donaciones ganan tracción rápidamente y las protestas se organizan en directo. El hashtag #JusticiaPara…[nombre] ha sido utilizado en innumerables ocasiones para exigir responsabilidades en casos de injusticia, a veces logrando una atención mediática masiva que de otra manera no existiría.
No obstante, el activismo en TikTok también enfrenta críticas. Se habla del «activismo de performance», donde la participación se reduce a realizar un video o un baile sin un compromiso real con la causa. Además, la naturaleza efímera del feed puede hacer que las crisis sociales se traten como tendencias de un día, olvidadas tan pronto como aparece el próximo video viral. El desafío está en transformar el compromismo online en un impacto duradero en el mundo real.
