El impacto cultural de TikTok es innegable y de gran alcance. La plataforma ha demostrado ser un acelerador de tendencias masivo, capaz de lanzar canciones al estrellato, popularizar términos de jerga y definir estéticas visuales. Artistas musicales que se volvieron virales en TikTok han visto cómo sus carreras despegaban de la noche a la mañana, y las discográficas ahora monitorean activamente la plataforma en busca del próximo éxito.
Más allá del entretenimiento, TikTok ha influido en la conversación social y política. Ha dado una voz y una plataforma a comunidades marginadas, permitiéndoles educar a una audiencia masiva sobre sus experiencias de una manera accesible. Movimientos sociales y noticias ciudadanas han encontrado en TikTok un medio rápido y visceral para llegar al público, a veces saltándose a los medios de comunicación tradicionales. Se ha convertido en una fuente de información primaria para muchos jóvenes.
Sin embargo, este poder también tiene una cara negativa. La misma velocidad que permite difundir ideas positivas también puede facilitar la desinformación. Los «bulos» o noticias falsas pueden volverse virales en cuestión de horas, presentando un desafío único para su verificación. TikTok se ha convertido en un campo de batalla cultural donde se libran debates sociales, a veces fomentando una polarización similar a la de otras redes sociales, pero con el formato emotivo e inmediato del video corto.