No sé ni por dónde arrancar… porque la verdad, empecé medio en joda, como diciendo “a ver qué onda esto de no desayunar”… y al final me sorprendió TODO 😳
Les cuento cómo fue 👉
Primero, hice el famoso 16/8. Eso significa que durante 16 horas no comés nada (sí, cuenta cuando dormís, tranqui 😴) y después tenés una ventana de 8 horas para comer.
Por ejemplo: yo cenaba tipo 8 de la noche y no volvía a comer hasta el mediodía siguiente. ¡Listo! Eso ya es ayuno intermitente 😲
💧 En ese tiempo solo podés tomar agua, café o té sin azúcar. Al principio cuesta, eh. La costumbre de desayunar está muy metida, pero… después de unos días, ¡tu cuerpo se adapta! 🔄
Lo más loco fue que no me morí de hambre 😂. Es más… me sentí más livianx, con más energía, y MUCHO más concentradx. De verdad. Cero pesadez.
Y obvio: no se trata de no comer, sino de comer MEJOR en ese período. No vale vivir a galletitas después del ayuno 🤣
Yo empecé a meter más proteínas, verduras, grasas buenas… y se nota. No solo en el cuerpo, sino en el ánimo 💪🌿
❗Dato real: me ayudó a distinguir entre hambre real y hambre por aburrimiento. Esa fue LA revelación 🤯
¿Bajé de peso? Sí, un poco. Pero lo más valioso fue la sensación de orden. Como que volví a tener el control del cuerpo y no al revés.
Así que nada, si alguien lo está pensando: ¡probalo! Pero hacelo con conciencia. No es magia, no es castigo, y no tenés que sufrir. Es aprender a escuchar(te). 💛