Post actualizado el día julio 10, 2025 by admin
No sé ni por dónde arrancar… porque la verdad, empecé medio en joda, como diciendo “a ver qué onda esto de no desayunar”… y al final me sorprendió TODO 😳
Les cuento cómo fue 👉
Primero, hice el famoso 16/8. Eso significa que durante 16 horas no comés nada (sí, cuenta cuando dormís, tranqui 😴) y después tenés una ventana de 8 horas para comer.
Por ejemplo: yo cenaba tipo 8 de la noche y no volvía a comer hasta el mediodía siguiente. ¡Listo! Eso ya es ayuno intermitente 😲
💧 En ese tiempo solo podés tomar agua, café o té sin azúcar. Al principio cuesta, eh. La costumbre de desayunar está muy metida, pero… después de unos días, ¡tu cuerpo se adapta! 🔄
Lo más loco fue que no me morí de hambre 😂. Es más… me sentí más livianx, con más energía, y MUCHO más concentradx. De verdad. Cero pesadez.
Y obvio: no se trata de no comer, sino de comer MEJOR en ese período. No vale vivir a galletitas después del ayuno 🤣
Yo empecé a meter más proteínas, verduras, grasas buenas… y se nota. No solo en el cuerpo, sino en el ánimo 💪🌿
❗Dato real: me ayudó a distinguir entre hambre real y hambre por aburrimiento. Esa fue LA revelación 🤯
¿Bajé de peso? Sí, un poco. Pero lo más valioso fue la sensación de orden. Como que volví a tener el control del cuerpo y no al revés.
Así que nada, si alguien lo está pensando: ¡probalo! Pero hacelo con conciencia. No es magia, no es castigo, y no tenés que sufrir. Es aprender a escuchar(te). 💛